Desde la antigüedad la respiración ha sido asimilada al alma, al aliento vital, el principio vital consciente. Es el espíritu que da vida a la materia, el aliento invisible que une todo, y una puerta a la sabiduría. Los ritmos frenéticos de nuestra vida, las ansiedades, el estrés, las angustias, las frustraciones día tras día, modifican el ritmo natural de la respiración. En el intento de controlar las emociones no deseadas, sin darnos cuenta bloqueamos la respiración. Los músculos respiratorios se ponen rígidos, la respiración diafragmática se vuelve costal y por lo tanto pobre de oxígeno, el aliento es corto y el organismo entero resiente la mala oxigenación. La mente cristaliza las experiencias de sufrimiento cotidiano. Por otro lado, la respiración siempre ha sido considerada la llave de acceso al mundo interior, al Yo, a la realización, paradojalmente es la herramienta más inmediata para inducir bloqueos emotivos liberadores y combatir las experiencias de sufrimiento psicológico.
La respiración es el milagro de la vida se vive momento a momento. Podemos de hecho sobrevivir muchos días sin comer, algunos días sin beber, pero sólo unos pocos minutos sin respirar.